FRUSTRACIÓN

La frustración es uno de los males más habituales del mundo en que vivimos.


Son tantas las expectativas que te imponen desde afuera, son tantas las expectativas que terminas por asumir como propias; que el día en que no puedes cumplirlas, caes rendido ante una terrible sensación de incapacidad, de minusvalía, que destroza tu autoestima.


La solución a la frustración no viene por tratar de evitarla... desde las miles de estrategias que te aconsejan para seguir en el esfuerzo, para conseguir tus objetivos, para satisfacer tus expectativas.


La solución viene por el lado opuesto: que descargues tu mochila de tantas pretensiones.


Tienes tu autoestima asociada a tu capacidad de obtener, a tu estética, a tus logros o triunfos. Y, desde ahí, no te quieres de verdad.


El auténtico amor a ti mismo pasa por quererte tal cual eres, incluso en tus peores momentos, incluso con tus peores "defectos". 


El auténtico amor a ti misma pasa por la incondicionalidad: "me quiero en lo que soy, sea quien sea, sea lo que sea".


Lo que suelo aconsejar a las personas que entran en frustración, es que si no encuentran fuerza para valorarse en sus épocas bajas o en las cosas que no les gustan de sí mismas, traten de ponerlo afuera.


¿Eres capaz de amar a un perro flaco y hambriento? ¿Eres capaz de amar a una persona obesa o poco agraciada? ¿Eres capaz de amar a un familiar con poca inteligencia? ¿Eres capaz de amar a quien no triunfa en la vida?


Entonces dime ¿por qué a ti no?


Tu exigencia es terriblemente más férrea contigo mismo que con los otros, que con lo otro. Y te estás haciendo mucho daño.


Aprende a amarte tal cual eres. Aprende a amarte como ser humano, como persona, como ser vivo, como animalito... Aprende a amarte, incluso, como lo más diminuto del planeta Tierra. 


¿Acaso no tienen derecho a existir todos los seres? ¿Acaso no tienen derecho a ser amados?


Dios o el Universo no distingue entre sus criaturas. Todas son perfectas tal cual son. Todas tienen su lugar. No importa si sirven para algo o no. Simplemente están, son. 


Sé un Dios para ti mismo/a. Mírate desde el amor en grande, desde el amor divino que lo acoge todo. Y en el peor momento de tu existencia, vuelve a hacerlo y ámate así: triste, feo, incapaz...


Ama al ser humano, a la criatura viviente que eres. Ama a tu cuerpo. Ama a tu mente. Ama lo que son, porque por terribles o desechables que te parezcan... ¡están vivos! 


Y lo veas en esos momentos o no, mereces siempre ser amado... por ti.

Comentarios

Entradas populares

© Soledad González Silgo 2022-2023
xaneya.org