CRISIS EN LAS RELACIONES
Si estás en un momento de crisis o conflicto con alguien a quién amas, permítelo.
Si dejas que vaya a más, puede que venga la separación; pero una separación con todo dicho, liberado, soltado.
Si tratas de que no haya conflicto o de separarte antes de tiempo, no resolverás lo que te angustia por dentro, no evolucionarás.
Mientras sientas que te quedan ganan de ver a esa persona, de resolver, de volver a hablar, de volver a amar; atrévete a buscarlo/a.
Tratar de luchar contra el amor o la pasión no sirve de nada, más que para convertirte en un ser frío, ajeno, con una coraza que será cada vez más difícil de romper.
Si quieres evolucionar debes romper esa coraza: la coraza del "me da igual" o "no me importa" cuando sabes que no es cierto; la coraza "del tiempo lo cura todo" cuando sabes que se queda dentro; la coraza del enfado cuando aún hay amor.
Es mejor el fuego de la pasión, aunque lleve al final a una ruptura, que la corrección de "parar a tiempo" y dejar los conflictos internos sin resolver.
Se cree que la ausencia de conflicto es el verdadero amor, pero mayoritariamente es frialdad. Permitir los conflictos y atravesarlos; permitir la discusión, incluso la lucha, te hace entender, profundizar en el otro, pero sobretodo en ti. Y es la única forma de que el amor vuelva a florecer, si es lo que toca.
Y si la otra persona no quiere, si es el otro quien desde su frialdad o indiferencia se ausenta o le quita importancia, pero tú aún sientes que te queda por resolver; entonces insiste sin complejos.
No tengas miedo por el otro, por la otra. No tengas miedo de insistir desde la emoción que se te sale del pecho. Si tú estás haciendo tu trabajo, lo que te nace hacer para tú entender, para profundizar... y si queda amor es que toca profundizar... entonces insiste: llámalo, escríbele, vete a verlo, trata de conversar, trata de expresar lo que realmente sientes.
La otra persona, si de verdad está bien, no tendrá inconveniente: sabrá explicar su postura, sabrá darte un "no" si es lo que siente, sabrá sostenerse sin dudas, ni arrepentimiento... desde el respeto. Pero si se enferma, si sale su víctima, si sale su agresor, en realidad sólo la estás confrontado consigo misma.
Lo peor de todo siempre viene a través de la culpa y el arrepentimiento. Déjate ser con tus heridas, con las de ambos... y desde ahí existe la posibilidad de sanar, sigan luego juntos o no.
Si entras en que querer dar marcha atrás, si te arrepientes de lo hecho, del conflicto, de la pelea y quieres cambiar; puedes conseguir una relación "correcta", "medio de lejos", pero no la sanación de tu corazón.
¿Es duro de llevar? Sí es muy duro. Es como estar envuelto en una tormenta, en un huracán... es como sentirlos dentro. Pero toda crisis viene por algo, viene a desmontar algo, viene a limpiar algo... y si no te atreves nunca lo conseguirás.
Permitir ser a tus conflictos y a tus demonios es el camino verdadero para la salvación de tu alma. Y si se te disparan con alguien en concreto, es tu oportunidad para hacerlo: para atreverte a llegar más lejos, para sacar lo que aún te aprisiona por dentro.
El ser humano ha buscado miles de formas para evitar la entrada de los propios demonios y ninguna funciona. Están ahí y estarán. La represión no los mata, esperan para salir en la próxima oportunidad y cada vez serán más fuertes. Al principio mueven las emociones, pero con el tiempo tu cuerpo también se ve afectado, comienzas a somatizar y cada vez de forma más virulenta...
El único camino es atravesar la crisis, dejarla ser sin complejos y algún día, encontrarás la herida que la provoca. Sólo cuando te atrevas a vivir todos tus demonios, cuando te atrevas a mostrarlos a quien todavía amas, cuando los trates de solucionar, cuando los vivas a tope... podrás reconocerlos y, desde ahí, armar el puzzle, tu propio puzzle, para sanar tu herida y vivir en paz.
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